domingo, 1 de julio de 2012

Ni tan útiles ni tan nocivos

Algunos brillan por una eficacia similar a la del agua, otros porque no están exentos de efectos secundarios. Muchos de los fármacos que han dejado de ser financiados por el sistema público tienen fama entre los médicos por su poca evidencia científica y por ser un reflejo de un criterio terapéutico un tanto arcaico. La dependencia que tienen los pacientes a salir de la consulta médica con una o varias recetas en su mano es lo que los especialistas señalan como prioridad de cambio y como objeto de una educación sanitaria que escasea en nuestro país.

"Afortunadamente disponemos de un arsenal terapéutico muy útil como algunos medicamentos contra patologías reumáticas, antiinflamatorios, antibióticos y antitumorales que tienen demostrada su eficacia y que han mejorado el pronóstico de muchas enfermedades. Sin embargo, hay otros cuya eficacia es dudosa y algunos en los que es inexistente y su único efecto es el placebo", explica Alfonso Delgado Rubio, catedrático de la Universidad CEU San Pablo.

De opinión similar es Joan Rodés, director del Instituto de Investigaciones Sanitarias (IDIBAPS) – Hospital Clínic, quien considera que muchos de los fármacos desfinanciados son tratamientos sintomáticos, "por ejemplo para la tos, que no la cura ya que sólo se cura cuando el virus se va. Sin embargo, hay fármacos para la tos compleja y para laringitis que se mantienen". En cuanto a otros dirigidos a síntomas como los ardores, este especialista apunta que habría que dirigirse a la causa. "A veces hay ardores porque se bebe mucho o se come demasiado chocolate. Si hay un problema importante, hay que tratarlo etiológicamente y no por sus síntomas".

No exentos de riesgos

Pero dentro del listado de los fármacos que Sanidad ha dejado de financiar, también se encuentran otros que cuando se aprobaron en nuestro país no había ningún otro mejor para esa patología. Un ejemplo son los alcaloides del ergot dirigidos a combatir la migraña. "Los ergóticos son eficaces pero podían producir dependencia y complicaciones por vasoconstricción que pueden derivar en problemas graves, como el infarto de miocardio o la gangrena. Yo he visto a un paciente perder un dedo por esta causa, claro que también tenía otros factores asociados, pero hay que insistir en que estos fármacos tienen efectos secundarios importantes. Desde hace 10 años contamos con los triptanes, que presentan muchos menos problemas", explica David Pérez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Infanta Cristina de Madrid.

En cuanto a los tratamientos para el deterioro cognitivo asociado a la edad, este neurólogo considera que son justo el ejemplo contrario a los anteriores. "No hay evidencia de su eficacia, aunque no dan muchos problemas. Para el deterioro cognitivo leve lo indicado es la prevención de los factores de riesgo, es decir, evitar la hipertensión, la diabetes y la hipercolesterolemia y terapias no farmacológicas como el ejercicio físico y la estimulación cognitiva", asegura.

Antonio Zapatero, jefe de la especialidad de Medicina Interna del Hospital de Fuenlabrada de Madrid, considera que "hay un alto porcentaje de fármacos [dentro de los 425 eliminados] que tienen una utilidad baja o dudosa. Entre sus ejemplos están las pomadas antiinflamatorias, puesto que se absorbe muy poco medicamento por vía cutánea, o la pomada antivírica, con nula actividad. Otros fármacos, como los antidiarreicos, se deben sustituir por otras cosas, en este caso por dieta absoluta y suplementos con agua e iones. Incluso hay medicamentos, como las pomadas para hemorroides, que pueden alterar la piel y mucosa y no tienen efecto sobre el plexo venoso hemorroidal y por tanto no curan este problema".

Como apunta Rodés, "donde hay mucho gasto es en las patologías menores. Por ejemplo, creo que los trasplantes deben ser gratuitos, pero si alguien quiere dejar de fumar, que se costee su tratamiento".

Una voz disonante en este conjunto es la de María José Álvarez Pasquín, médico de familia y directora de la web Vacunas.org, quien señala que aunque muchos de los fármacos sacados de la financiación pública no tienen eficacia, otros sí. Además, hay muchos que se van a seguir financiando y que se sabe que no cuentan con evidencia científica. No sé por qué no nos han consultado.

Discrepo más en cómo lo han hecho que en lo que han quitado". Además, desde la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) se advierte "sobre la posibilidad de que la salida de la financiación pública de algunos de estos fármacos pueda originar una desviación de la prescripción hacia otro tipo de medicamentos más caros, como sucedió en el pasado, y que se asista a un trasvase de un grupo no financiado a otro".

Puntos negros del sistema

Todos estos médicos coinciden en señalar los puntos negros del sistema sanitario: falta educación sanitaria, recursos para la prevención, hay mucho derroche, demasiada burocracia y los profesionales sanitarios fuera de la gestión y de la organización sanitaria.

"La retirada de medicamentos es objeto de una crítica fácil pero creo que hay que tener valor para decir las cosas como son. En los centros de salud no hay tiempo para hablar con los pacientes y explicarles los porqués de muchas cosas. Lleva menos tiempo hacer dos o tres recetas y además con eso el paciente sale contento. La labor que hay que hacer en educación sanitaria es ingente. Y, en este país, se ha perdido mucho tiempo en esto", afirma el pediatra Alfonso Delgado.

Álvarez Pasquín señala el exceso de burocracia en Atención Primaria. "Pensábamos que con la incorporación de la tecnología en los centros de salud íbamos a mejorar pero ha sido lo contrario. Y a mí me encantan las nuevas tecnologías, pero con ellas ha aumentado la burocracia. Estamos llenos de cosas absurdas que sólo sirven para quitarnos tiempo para dedicárselo al paciente".

"El problema es que el enlace entre la administración y el ciudadano es el médico y nuestras agendas está sobrecargadas", explica Zapatero quien también señala que "no ha habido ninguna explicación a la ciudadanía de por qué se estaban haciendo estas cosas y tampoco ha existido un apoyo, o una consulta, de los políticos en las sociedades científicas o grupos de expertos para tomar sus decisiones".

Rodés considera que son los médicos y las enfermeras en quienes recae la educación sanitaria, "son ellos los que deben educar al paciente pero para ello quizás habría que destinar más recursos a Primaria. Pero éste no es un concepto instalado en España. Habría que hacer una serie de cambios y creo que el momento oportuno es ahora, las crisis facilitan que se instalen nuevos conceptos y que se busque la eficiencia del sistema".

Papeles y más papeles

En cuanto al tema de la burocracia, este médico cree que "hay muchas personas dentro del sistema sanitario que no tiene una función clara. Se ponen para controlar a los médicos y no sé si se ha analizado en profundidad su eficacia. El control del gasto es a veces más caro que el propio gasto. Creo que habría que poner en marcha el Informe Abril [un análisis realizado en 1991] que evaluó el sistema sanitario y comprobó que éste era insostenible. En ese informe se propusieron una serie de cambios, pero nunca se llevaron a cabo".

La pregunta que surge después de escuchar el consenso sobre cómo atajar los problemas del sistema sanitario es, ¿por qué no se llevan a cabo estas medidas? "Se destinan muy pocos recursos a la educación sanitaria porque los políticos lo único que buscan es la foto, al inaugurar un hospital o un centro de salud, y la educación sanitaria no les reporta nada", afirma Alfonso Delgado.

De la misma opinión es María José Álvarez Pasquín quien sostiene que en nuestro país "la salud se utiliza de forma política y no científica. No digo que no tenga que estar un político a la cabeza pero que se rodee de profesionales, que los escuche".

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