domingo, 3 de junio de 2012

Mejor calidad de vida, pero dos años menos

Es el cáncer más común en varones y probablemente el que cuente con mejor pronóstico en este género pero tanto su prevención como su tratamiento siguen protagonizando encendidas sesiones en los congresos oncológicos de todo el mundo.

El más importante de estos, el que organiza anualmente la Sociedad Estadounidense de Oncología Médica (ASCO) no podía ser una excepción y ayer acogía la presentación de un estudio que acaba con un debate vigente durante años: si la terapia hormonal se puede interrumpir periódicamente o se ha de administrar de forma continua hasta que el tumor se hace resistente, algo que siempre acaba sucediendo en el cáncer de próstata avanzado.

El trabajo, organizado y financiado por un organismo público (el Instituto Nacional del Cáncer de EEUU) ha comparado las dos formas de aplicar la terapia hormonal –consistente en el 'apagado' selectivo de la producción de testosterona, evitando así el crecimiento del tumor- en más de 1.500 hombres con cáncer de próstata metastásico que respondieron al tratamiento hormonal, es decir, sus niveles de PSA en sangre bajaron a 4ng/ml o menos tras siete meses de terapia.

Aunque el estudio coincidió con otros trabajos anteriores en que ambas formas de tratamiento eran seguras para los pacientes, averiguó algo con importantes implicaciones para la práctica clínica: entre los pacientes de mejor pronóstico (en los que el cáncer no se había extendido más allá de la pelvis), la administración continua suponía más tiempo de vida, en concreto, casi dos años más (de 5,2 años a 7,1).

Sin embargo, los expertos se muestran cautelosos con este resultado. Josep Baselga, jefe del Servicio de Hematología del Massachusetts General Hospital Cancer Center de Boston, advirtió que los resultados positivos en supervivencia solo eran estadísticamente significativos "en pacientes con enfermedad mínima".

Por su parte, Rafael López, jefe del Servicio de Oncología del Complejo Hospital Universitario de Santiago, señalaba que el estudio es "importante, pero no rompedor" y que no debe ser el que guíe la elección de interrumpir o no la hormonoterapia en pacientes de próstata. "Es algo que se debe discutir con el paciente", afirmó.

La estrategia de aplicar de forma intermitente la terapia hormonal se diseñó en su día para intentar que los pacientes tuvieran una mejor calidad de vida ya que, en algunos de los enfermos, este tratamiento provoca disfunciones sexuales, sofocos similares a los de la menopausia femenina y ganancia de peso, entre otros.

Desde entonces, diversos estudios (éste también lo hace) han demostrado que las dos opciones son válidas en lo que a seguridad se refiere pero ninguno había logrado dilucidar si había un precio que pagar en términos de cantidad de vida.

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