martes, 5 de junio de 2012

La influencia de los disolventes en las habilidades intelectuales

La exposición laboral a disolventes orgánicos como el clorinato, el petróleo o el benceno, comunes en pinturas, desengrasado, pesticidas, adhesivos, entre otros, se relaciona con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, pero únicamente en los trabajadores con menor nivel educativo, según detalla una nueva investigación. Los datos sugieren, por tanto, que el desarrollo precoz de las habilidades intelectuales podría ser un 'escudo' contra los neurotóxicos.

L. Berkman, de la Universidad de Harvard en Cambridge (Reino Unido), es el autor de este estudio que ha visto la luz en el último 'Neurology' y en el que han participado 4.134 empleados de Gas y Electricidad de Francia, perteneciente a la investigación prospectiva GAZEL, que se inició en 1989 con personal de la compañía nacional.

"La exposición laboral a disolventes orgánicos es un factor de riesgo para el desarrollo cognitivo. Se estima que un 8% de la población activa en los países industrializados está expuesta, lo que eleva el riesgo de encefalopatía tóxica", insisten los investigadores en la introducción de su ensayo.

La encefalopatía tóxica aparece como consecuencia del ingreso, a través del aparato respiratorio, digestivo o de la piel, de agentes neurotóxicos más comúnmente identificados en la práctica clínica como metales, disolventes, pesticidas... y conlleva problemas de atención, de memoria, de velocidad en el procesamiento del lenguaje y problemas motores.

"Si la exposición es baja, los problemas de memoria y concentración pueden atenuarse o no progresar. Sin embargo, se han observado dificultades motoras y de atención, así como deterioro de las habilidades cognitivas en los empleados más expuestos", agregan los investigadores.

El estudio

En su estudio, tuvieron en cuenta la exposición a lo largo de su vida a cuatro tipos de disolventes (disolventes de clorinato, del benceno, del petróleo y aromáticos), además de llevar a cabo un test sobre sus habilidades intelectuales. Asimismo, los participantes declararon si tenían estudios primarios (enseñanza obligatoria), medios (escuela secundaria) o altos (universitarios).

Los datos revelan que un 58% de los participantes tenía una educación inferior a secundaria. De ellos, el 32% sufría deterioro cognitivo o problemas con las habilidades de pensamiento en comparación con el 16% de los que habían cursado estudios más elevados.

Además, entre los que menos estudios poseían, los que más expuestos habían estado a los disolventes del petróleo y del clorinato eran un 14% más propensos a padecer problemas cognitivos en comparación con los que no habían sufrido contacto con los mismos. Los empleados con alta exposición al benceno tenían un 24% más de probabilidades de padecer deterioro cognitivo y los muy expuestos a disolventes aromáticos, un 36%.

En "los trabajadores franceses, la exposición laboral a disolventes se asocia con la función cognitiva que tendrán a los 55 años. Hemos encontrado que, entre los menos formados, dicha exposición se asocia con peores habilidades mentales... Contrariamente, en los que poseían mayores niveles de estudios, dicha exposición no se asoció con déficits cognitivos", puntualiza el equipo del doctor Berkman.

Puntualizaciones

En declaraciones a ELMUNDO.es, Jorge Matías-Guiu, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid, destaca que el "trabajo como epidemiología analítica es más que correcto, pero hay que ir con precaución en las interpretaciones y los propios autores lo hacen, aunque yo aún sería más cauto. El deterioro cognitivo no es una enfermedad, sino que es un cuadro que puede aparecer como consecuencia de muchas enfermedades. Lo que se puede concluir es que la exposición a solventes facilita la evidencia del cuadro clínico".

El ensayo, en su opinión, "no permite decir que se produce la alteración cognitiva por los disolventes, lo que podría ser posible. Por ejemplo, existe demencia por exposición al aluminio y hay intoxicaciones experimentales por solventes que han demostrado que producen lesiones neurológicas, pero en este ensayo sólo nos permite concluir que es un factor asociado a una puntuación más baja en determinados tests cognitivos".

Los científicos aclaran que "los hallazgos sugieren que los esfuerzos por mejorar la cantidad y la calidad de la educación en las etapas tempranas de la vida pueden proteger las habilidades mentales posteriores, en la edad adulta".

De la misma opinión se muestra el neurólogo del Clínico que defiende que "hoy en día es una obviedad y se ha comentado en todos los artículos lo que se conoce como reserva cognitiva, otra cosa es que comprendamos su base neurobiológica. ¿Por qué había antes más demencia en los países subdesarrollados? Porque las personas recibían menos estímulos, lo que representa el aprendizaje. Cuando me pregunta qué consejos debemos dar a nuestros hijos para evitar la demencia en el futuro, siempre contesto... ¡Que estudien mucho!"

Los científicos estadounidenses defienden, también, que sus opiniones y los resultados no "deben interpretarse en el sentido de que la educación sustituya a la necesidad de medidas de protección adecuadas en los lugares de trabajo cuando se". Y reconocen que se deben llevar a cabo más estudios que ayuden a establecer "si la formación temprana sirve de barrera protectora frente a otro tipo de neurotóxicos".

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