miércoles, 16 de mayo de 2012

Bojana, la estadounidense ciega que enseña a pintar

Aunque sólo ve sombras y formas, la estadounidense Bojana Coklyat, una artista plástica de 33 años, hizo de su discapacidad una pasión: enseña arte a niños como ella, ciegos o deficientes visuales, en Jersey City, cerca de Nueva York.
Diabética, perdió la vista hace cuatro años por no haber cuidado de su salud. Debió renunciar a su trabajo en una galería de arte y dejó de pintar.
Hoy Bojana Coklyat recibe a los visitantes con una gran sonrisa y una energía sin límites en su salón de clases de la Escuela para Ciegos St Joseph de Jersey City, en Nueva Jersey (este), rodeada de estudiantes entusiasmados.
Al principio ofreció sus servicios voluntariamente. "La escuela tenía un salón precioso para las artes, pero no tenía docente", dice.
Si su proposición sorprendió entonces, dos años después, su aportación se ha vuelto esencial. Incluso se logró presupuestar el dinero para pagarle un salario.
En un curso reciente, le enseñó arte a once ciegos: dos adolescentes y nueve alumnos del jardín de infancia.
Algunos pueden identificar algunos colores. Los más grandes han interiorizado las nociones de azul, amarillo, rojo o blanco, pero no los ven. Llegan con su bastón blanco, lo doblan y lo meten en sus pantalones vaqueros.
Bojana se mueve de un grupo a otro sin problemas. A Kevin, de 17 años, le explica que debe seguir pintando su composición de madera que comenzó la semana anterior. "¿Qué color quieres?", le pregunta mientras toma su mano, le hace tocar la parte pintada, luego la no pintada, y le alcanza el pincel.
A Omar, de 15 años, le recuerda que comenzó a ilustrar las palabras "esperanza, miedo y bondad". Una vez más, pone su mano sobre la suya, para que recorra el borde de la hoja antes de darle un pincel.
Omar le pide el blanco para ilustrar la palabra esperanza, "porque la esperanza es como la claridad". En el otro extremo del salón, los más pequeños se están impacientando. "¿Puedo empezar? Quiero el rosado", dice una niña.
"Partimos del tema de la primavera y las flores", explica Bojana mientras se acerca a ayudar a los preescolares. Y vuelve a felicitar a Omar: "¡Hiciste un círculo casi perfecto, bravo!"
Las obras son extremadamente torpes, pero no importa. "Lo que importa no es el resultado, sino el proceso creativo", afirma Bojana. "Ellos están muy involucrados, se sienten que logran algo, es muy importante".
A los más pequeños, les hace tocar lo que acaban de pintar. "¿Qué sientes? Esta es la pintura, está húmeda", les dice. "¿Y el pincel? Hace cosquillas", agrega.
Omar pide el rojo, para pintar el miedo. A este joven, ciego desde pequeño, le encanta la clase de Bojana. "La pintura es una forma diferente de expresar los sentimientos", asegura, y agrega que "siempre trata de visualizar en (su) mente lo que quiere pintar".
En la sala se exhiben casas de pájaros pintadas, esculturas de barro y composiciones de papel maché.
Cuando no está enseñando, Bojana Coklyat pinta en su casa, con la nariz pegada a sus obras, grandes y de colores brillantes con personajes delineados con un contorno negro.
Su discapacidad la obligó a modificar su pintura. "Antes yo estaba mucho más en los detalles. Hoy en día me centro más en los sentimientos. Lo que es extraordinario es que las personas me dicen que se conectan con lo que pinto", señala.
La pintura ha sido su terapia. En noviembre, se sometió a un doble transplante de riñón y páncreas. Ahora no tiene que darse más inyecciones de insulina, ni hacerse más diálisis. Y con su salud, regresaron los proyectos.
Ahora prepara varias exposiciones y decidió retomar los estudios para convertirse en "terapeuta de arte".

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