jueves, 13 de septiembre de 2012

Mi reino por un titular

Los medios no están, no estamos, siendo demasiado finos a la hora de publicar -a veces sólo publicitar- los estudios biomédicos que a su vez publican los científicos en revistas de su entorno. Pasa en España con frecuencia pero está ocurriendo en el resto del mundo.

Entre ruedas de prensa, notas de agencias de comunicación y declaraciones personales, los periodistas informan muchas veces de avances biomédicos geniales, descubrimientos fantásticos o talones de Aquiles de enfermedades temibles.

Los científicos saben ya lo que a los medios les gusta un titular. Y están aprendiendo a facilitar a la prensa síntesis llamativas de su investigación que convenzan a los redactores jefes proclives a cierta espectacularidad. Los medios, con escasez de recursos y de especialistas -sabiendo que las noticias de salud enganchan mucho- filtran poco.

Leerse un trabajo complejo, entenderlo, contextualizarlo y contrastarlo con varias fuentes independientes es difícil. Relativizar la pasión que ponen los autores hablando de sus éxitos requiere experiencia e independencia.

En biomedicina pocas veces hay blancos y negros. Lo que pasa es que los matices del gris -que es donde se mueve la ciencia- venden poco y provocan rechazo en muchos editores. Es un problema serio porque con el aluvión de noticias sobre avances sustanciales al final no cumplidos, el lector llegará a dudar de tanta información prometedora y la despreciará con el paso del tiempo.

Acaban de publicarse dos trabajos en EEUU en los que se evalúa precisamente la información biomédica que tiene eco en los medios. En uno de esos estudios, la revista 'PLOS Medicine' concluye que muchas de las notas de prensa y los resúmenes de los ensayos clínicos retuercen los resultados recalcando partes muy positivas -no siempre trascendentes- y obviando las dudas razonables que los datos aportan.

En la revista 'PLOS One' se llega más allá. Allí se certifica que un porcentaje alto de estudios científicos que llegaron a los medios de comunicación con el sello de muy prometedores se quedaron en nada. Fracasaron.

Corren tiempos difíciles para el periodismo de calidad. La necesidad de inmediatez, la irreflexión, la poca preparación y la precariedad en las redacciones están dañando la excelencia de una información que es muy necesaria al ciudadano.

Ya hemos dicho otras veces que uno de los mayores riesgos para la salud de la sociedad es la ignorancia. Disminuir este pésimo dato requiere información y consecuentemente formación, pero de calidad probada.

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